Bajo las banderas, el sol: la gloria de arriba, el terror de abajo

La bandera roja del partido oficialista izada por sobre la tricolor paraguaya es uno de los fotogramas que dan la bienvenida a “Bajo las banderas, el sol”, constituyendo una suerte de adelanto de mensaje o discurso que plantea este largometraje de “no-ficción” que recopila en 90 minutos, archivos oficiales que guardan relación con los sucesos históricos en contexto de la dictadura de Alfredo Stroessner en el país.

Por Toby Galeano

Utilizo el término “no-ficción” porque de tal manera lo califica el director Juanjo Pereira, quien junto a su equipo realizó el trabajo de investigación, reconstrucción y montaje de los registros fílmicos elaborados durante los 34 años de gobierno de Stroessner; al menos los que pudieron conservarse hasta nuestros días. Más de cien horas de material de archivo proveniente de diversos países como Paraguay, Argentina, Brasil, Francia, Alemania, Japón, Taiwán, España, Estados Unidos y Bélgica; componen este poco convencional documental que, si bien no puede considerarse como una introducción al tópico central, es una representación prácticamente cruda de un periodo temporal casi perdido en cuanto a lo audiovisual.

Pereira había mencionado en entrevistas que la decisión de no incluir relatos o voz en off en el filme responde a la intencionalidad de exponer los metrajes en su estado más natural posible, y a partir de esto, utilizar meramente el montaje como pieza fundamental en la construcción del mensaje. Y aunque, según el director, la historia se cuenta sola sin la intervención de los realizadores, desde mi perspectiva como espectador, entiendo que las decisiones en el montaje demuestran algo más en esa intencionalidad, una especie de narrador tácito que interpela al público ordenando las imágenes precisamente como deben entenderlas, incluso cuando hay ciertos materiales que no siguen un orden cronológico como tal o que están puestos en reversa. Puro y duro lenguaje cinematográfico implementado de manera magistral.

A esto aporta demasiado el diseño sonoro, que toma protagonismo cuando la tensión aumenta y también cuando las voces de radio o televisión extraídas en esta investigación, quedan en silencio, como si esos locutores no quisieran decir lo que está realmente ocurriendo o como si los mismos entendieran que ese silencio es un aspecto fundamental de la comunicación en toda narración o discurso, voluntaria o involuntariamente. Es ya tarea del espectador sacar sus conclusiones ante todo lo expuesto.

La gloria de arriba, el terror de abajo

Pensar que como es arriba, es abajo, y que existe correspondencia entre ambos planos, es algo que queda en lo absurdo al ver las imágenes de niños aterrados por ver pasar entre ellos y en lo alto del cuadro al dictador y a los líderes partidarios, como Juan Ramón Chaves, cual káiseres de una época anterior a la nuestra. Evidentemente la filosofía hermética no se refería a esta situación, ni tomaba en cuenta la realidad paraguaya.

Entre tanta incertidumbre, perceptible en las expresiones de la gente que fue captada a través del crudo blanco y negro de las cámaras de aquella época, se instauraba con el dictador el culto a la personalidad, y no solo desde el ámbito político, sino también desde la publicidad, las artes y la comunicación social. En todo sentido esto constituía una herramienta o un instrumento del gobierno destinado a tejer la realidad que debían representar ante un esquema internacional que demandaba rigidez, la guerra fría y el Operativo Cóndor.

En la foto: Juan Ramón Chaves, presidente de la Junta de Gobierno de la ANR entre 1961 y 1987.


Y por supuesto la prensa no quedó exenta de colaborar con lo que el régimen necesitaba para demostrar esa paz y ese progreso que prometían los afiches impresos con la imagen de Alfredo Stroessner. La construcción de la opinión pública se empezaba a configurar en los discursos cuasi propagandísticos de periodistas que preferían hacerlo antes de ser tildados como “demagogos y profesionales de la falacia”.

La situación retratada en este punto no es algo que se quedaba dentro de los márgenes del Paraná y Pilcomayo, el Operativo Cóndor se extendió por Sudamérica instaurando otras dictaduras militares en los países vecinos, cuyos representantes pueden ser observados en esta obra manteniendo buenas relaciones con Stroessner; es el caso de Jorge Rafael Videla, dictador de Argentina desde 1976 hasta 1981, también de Ernesto Geisel, quien gobernó Brasil entre los años 1974 y 1979.

Ángel de la muerte

Una ostentosa cena y una voz en off del material recuerda a la audiencia que Stroessner había visitado a sus familiares durante su viaje a Baviera, Alemania, en el mes de julio de 1973; esto, lejos de exponer alegría y fraternidad, funciona como antesala para presentar archivos de la estadía en Paraguay de uno de los criminales de guerra más recordados de la historia, Josef Mengele, el oficial de la SS que durante la Segunda Guerra Mundial realizó experimentos mortales con prisioneros en el campo de concentración de Auschwitz. Actos que le valieron el sobrenombre de “Ángel de la muerte”.

Mengele había sido beneficiado con la naturalización paraguaya durante la década de 1960, con eso el régimen se encargó de blindar al criminal que estaba siendo rastreado por la “cazadora de nazis”, Beate Klarsfeld, a quien se la puede observar firme en la escalinata del Palacio de Justicia de Asunción, frente a un policía con un subfusil en las manos, portando el cartel que rezaba “Stroessner tú mientes al decir que no sabes dónde está el SS Mengele”.

Protesta de Beate Klarsfeld frente al Palacio de Justicia de Asunción en 1985. En ese entonces Mengele ya había fallecido, pero la “cazadora de nazis” no aceptó el hecho hasta 1992.

El resultado del cuatrinomio

Ya aproximados al tercer acto de esta recopilación de archivos, un zumbido acompaña a primeros planos de personas que desempeñaron papeles importantes a favor de la implementación y permanencia de políticas del régimen durante más de dos décadas, se trata de Sabino Augusto Montanaro, Adán Godoy Jiménez, José Eugenio Jacquet y Mario Abdo Benítez (padre). Este grupo de poderosos políticos cercanos al dictador Stroessner, quienes conformaban el llamado “Cuatrinomio de Oro”.

Montanaro, ministro del interior; Godoy, ministro de salud pública y bienestar social; Jacquet, ministro de justicia y trabajo; Abdo Benítez, secretario privado de Stroessner. Todos y cada uno de ellos cumplían con roles claves, desde el trabajo de logística hasta la supervisión de la policía y las políticas sociales. Después de conocer estos datos, la presentación con primeros planos es digna de una película de terror.

Tales figuras que posibilitaron la barbaridad quedaron al costado del tablero tras el golpe de estado de 1989, pero la figura de represión quedará para siempre en la memoria de las casi 150.000 víctimas directas e indirectas de la dictadura. Aquellas quienes sufrieron torturas, ejecuciones, exilios, desapariciones y todo tipo de violación a los derechos humanos corroborados en los “Archivos del terror”, el conjunto de expedientes que fue encontrado en 1992, momento que también es retratado casi al final de este largometraje.

Sabino A. Montanaro, Adán Godoy, José Jacquet, Mario Abdo Benítez - El cuatrinomio de oro.

¿Democracia?

Medios de prensa alrededor del mundo se preguntaban si la asunción al poder de Andrés Rodríguez, consuegro de Stroessner, alteraría el rumbo del país o solo sería un cambio de imagen en la dictadura más larga de Sudamérica; no fue Carlos Martini el único que se planteaba la misma interrogante, en el documental “Paraguay, droga y banana” se respondía él mismo que tal vez era solo un cambio de imagen que el país necesitaba creer para poder avanzar.

Sin embargo, en la placa final del filme de Juanjo Pereira, la leyenda que afirma de manera certera “El Partido Colorado sigue en el poder hasta el 2025” es una clara observación de que esas semillas sembradas en 1954 siguen dando sus frutos podridos hasta la fecha de publicación de esta nota, pues no es coincidencia que tan solo hace un par de años el Paraguay tenía como presidente a alguien que probablemente tenga dentro de una enorme casa lo que el cantautor Hugo Ferreira describe como “una foto de Stroessner de joda junto a su papá”.

“Bajo las banderas, el sol” es un valor muy importante en cuanto a registro histórico, una obra que puntualiza cada vez más aquel refrán que dicta que el que no conoce su historia está condenado a repetirla. Hoy, como ayer y como siempre, será el momento de dar espacio a nuestra historia, sea como sea, cueste lo que cueste.

Créditos de fotos utilizadas para esta nota

Gentileza de la película

Cazadora de nazis - Alain Keler

Montanaro - Proceso.hn

Adán Godoy y Mario Abdo - Abc.com.py

José Jacquet - Paraguay.com

Siguiente
Siguiente

¿Dónde está Birdman?