“Wicked: For Good”, una amistad a prueba de magia
Wicked: The Untold Story of the Witches of Oz lleva más de 20 años cautivando al público en Broadway, siendo un musical multipremiado con reconocimiento internacional. Por otro lado, Wicked (2024), su primera adaptación cinematográfica, ha alcanzado el éxito taquillero y se ha ganado varios premios, con Ariana Grande y Cynthia Erivo como protagonistas. En esta secuela, Jon M. Chu, quien repite como director, nos ofrece un homenaje encantador al Mago de Oz (1939), acompañado de giros interesantes, mucha magia y, claro, algunas conveniencias narrativas.
Por Yosué Ayala
Siguiendo el camino dorado
Después de desafiar al régimen totalitario del Mago de Oz, Elphaba debe enfrentarse no solo a su identidad como la Bruja Mala del Oeste, sino también a quienes alguna vez consideró sus amigos.
Quiero empezar diciendo que salí completamente emocionado de la película. Sin duda, será una experiencia inolvidable para los fanáticos, aunque al reflexionar más tarde, me di cuenta de algunas inconsistencias. Pero comencemos por lo positivo.
La química entre Glinda y Elphaba sigue siendo el corazón de la historia, y la gran ganadora de esta película es Ariana Grande. Su personaje tiene un desarrollo considerable, y Glinda enfrenta una interrogante profunda: ¿por qué no es feliz, si tiene todo lo que siempre deseó? Este dilema marca su camino hacia la redención, y Grande lo interpreta con gran solidez.
Por su parte, los números musicales acompañan perfectamente el relato, sumando al ambiente mágico del mundo de Oz. No Good Deed, interpretada por Erivo, es una de las secuencias más impactantes, que te eriza la piel y te hace saltar del asiento con un giro inesperado. Esto me lleva a la incorporación de personajes del Mago de Oz (1939), como Dorothy, el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde. Estas apariciones son manejadas con mucha creatividad y respeto, especialmente la de Dorothy, que rinde un hermoso homenaje a la película original y al legado de la gran Judy Garland.
El diseño de producción no decepciona. La caracterización de los personajes, como el Hombre de Hojalata, el Espantapájaros y el León Cobarde, logran cautivar.
La película es una montaña rusa de música, acción y drama. Jon M. Chu logra contarnos nuevamente hechos que ya conocíamos, pero desde otra perspectiva, regalándonos una emotiva historia sobre una amistad puesta a prueba por la magia.
El fin del camino dorado…
Como dice el dicho: “No todo lo que brilla es oro”. Como experiencia, el filme es entretenido y divertido, pero en sus 2 horas y 17 minutos, algunas cosas ocurren con demasiada rapidez, sin tiempo suficiente para profundizar en ciertos momentos. La película tampoco nos ubica temporalmente, ya que no sabemos cuánto ha pasado entre la primera y la segunda entrega, lo que genera cierta desorientación.
Si bien Erivo reafirma su fuerza interpretativa, con un casting ideal para su personaje, el arco de su personaje queda desaprovechado. Su costado malvado, que ya se insinuaba en la primera película, no tiene el desarrollo esperado. A pesar de que su personaje está vinculado al Mago de Oz, interpretado por Jeff Goldblum, no se profundiza lo suficiente en este enfrentamiento.
Además, el eje central de la persecución y liberación de los animales, que se planteó en la película anterior, queda también relegado. Aunque se toca de forma superficial, no recibe la importancia que merece. Lo mismo sucede con el personaje de Madame Morrible, interpretado por Michelle Yeoh. Desde la cinta anterior, se le perfilaba como la verdadera villana, pero en esta secuela su presencia es menos destacada y su maldad queda contenida.
Otro aspecto interesante pero desaprovechado es el uso de la propaganda política. En la primera entrega, Madame Morrible y el Mago de Oz crean un discurso en contra de Elphaba, llamándola la Bruja Mala del Oeste, un claro contraste con la realidad de los hechos. Hubiera sido interesante ver una mayor exploración de la crueldad de este régimen. La creciente desigualdad y opresión en Oz es un tema que se toca, pero no se profundiza lo suficiente, lo cual es una lástima, porque por momentos sentí que estaba viendo una película de Los Juegos del Hambre. Los elementos para explorar una batalla de clases y políticas estaban ahí.
Una despedida agridulce
El clímax final se siente algo forzado. Si bien entendemos que esta película es una adaptación fiel del musical, la falta de una identidad cinematográfica sólida resta algo de impacto. Sin embargo, la gran química entre Erivo y Grande, sumada a la emotiva interpretación de For Good, es lo que salva la película. Muchos de los eventos suceden porque así lo exige el guion, más que por coherencia narrativa, pero, siendo sincero, esto no hace la película menos disfrutable.
La tierra más allá de Oz
A pesar de sus altibajos, Wicked: For Good es una película entrañable, que los amantes de los musicales, y en especial los fans del musical original, adorarán. El final, aunque agridulce, logra conmover gracias a los giros inesperados y a la química excepcional de las protagonistas. La película plantea un cliffhanger que deja abierta la posibilidad de una secuela, pero, sinceramente, espero que no suceda. A pesar de mi amor por la Tierra de Oz, creo que la historia de Wicked ya ha llegado a una conclusión satisfactoria.