El Eternauta: El mensaje de una novela gráfica que renace en la pantalla chica

Tras una larga era dorada del cómic en los Estados Unidos, desde el sur del continente americano nacía una obra cumbre de la historieta que se desprendía del concepto de superhéroe que presentaban las grandes editoriales de la época. En medio de dictaduras militares y situaciones convulsas del sector político argentino, se materializó “El Eternauta”, una novela gráfica que supo moverse entre la aventura y la crítica metafórica, cuyo mensaje se globaliza hoy a través de una exitosa adaptación que llega a las pantallas de todo el mundo.

Por Toby Galeano

Portada de El Eternauta, edición Planeta Cómic, 2022.

El formato de cómic no ha estado apartado de contener en sus viñetas las ideas que los autores pudieran plasmar en ellas, y lo que hoy conocemos como “Edad de oro” de los cómics en Estados Unidos, un periodo que abarca desde el origen de las primeras páginas de Action Comics en 1938 hasta alrededor de 1956, estuvo repleto de ese tipo de contenidos que representaban un posicionamiento político dentro de un material de entretenimiento. Esto era claramente visible durante los años de la segunda guerra mundial, un ejemplo recordado es el primer número de Capitán América, en cuya portada aparecía el superhéroe americano golpeando a Adolf Hitler.

El Eternauta no fue la excepción, el estreno de esta obra se dio en una época en la que, además de la transición por la que pasaba naturalmente el arte del cómic, Argentina atravesaba la dictadura del militar Pedro Eugenio Aramburu. En este sentido, el autor presenta una historia que no se limita a ser simplemente una aventura ficticia, sino un mensaje de resistencia y ensalzamiento del poder colectivo.

El guionista Héctor German Oesterheld se desprendió del tradicional relato de un súperhombre valiente alineado a las ideas oficialistas y presentó un grupo de personajes comunes que unían fuerzas para combatir una amenaza extraterrestre, lo que a interpretación podría representar el concepto de un gobierno autoritario o un fuerte poder represivo.

Esta obra es la que llevó a Oesterheld a convertirse en lo que nuestra compañera Renata Vargas llamó un narrador peligroso para un régimen que temía a quienes podían encender la conciencia. (Hacé click aquí para leer la nota de Renata).

A la derecha, portada de Captain America Comics #1, publicada en marzo de 1941.

Noche de truco

Oesterheld, con un personaje de sí mismo, inicia la historia contando que ante sus ojos había aparecido repentinamente un hombre, aparentemente del futuro, que se presentó como “El eternauta”, posteriormente se daría a conocer el nombre de Juan Salvo, quien le pide un lugar para descansar mientras cuenta su aventura. Tras esta breve escena inicial, sigue el metarrelato de Salvo durante casi toda la obra, un recurso excelentemente introducido con la frase “Quiero dar a conocer la historia del Eternauta tal como él me la contó”.

Durante una noche de truco, el tradicional juego de naipes popularizado en Argentina, inicia la historia del Eternauta, graficada por el dibujante Francisco Solano López en viñetas organizadas en 3x3 mayormente, cuyo contenido está tan detallado y ordenado que visualmente consigue, incluso sin usar colores, una estética digna de valorar.

Juan Salvo, Favalli, Lucas Herbert y Polsky quedaron encerrados en la casa del primero junto con su esposa, Elena, y su hija, Martita (llamada Clara en la serie), tras una extraña nevada mortal que azotó la noche bonaerense interrumpiendo el juego de los hombres. Aquí la idea principal es la supervivencia ante lo desconocido, ante una representación de muerte que caía como nieve desde el cielo y arrasaba con la existencia tal como uno la conoce.

Dadas las condiciones, idear un plan para abastecerse de alimentos y otros recursos era primordial, en este aspecto se destaca la figura de Favalli, el apasionado de la ingeniería quien se erige como el cerebro de las operaciones de supervivencia del grupo, es él quién fabrica el primer y característico traje aislante que usa Juan para poder salir a recorrer sin hacer contacto con la nieve tóxica. Además, sus capacidades y conocimientos serían piezas fundamentales en la toma de decisiones de los demás personajes durante el desarrollo de la odisea que en este punto todavía se aproximaba.

Un poco más adelante se da la aparición de un grupo militar que conformaría la resistencia humana, hecho que introduce a varios personajes nuevos, entre ellos el soldado Franco y el historiador Ruperto Mosca, quienes serían importantes para el enfrentamiento de esta resistencia contra los invasores del planeta.

El encuentro de los protagonistas con los militares representa el punto de inflexión que rompe la trama, la cual pasa de ser un drama de supervivencia comparable incluso con el estilo de Robert Kirkman en The Walking Dead, obra estrenada poco más de cuatro décadas después, a una de conflicto bélico contra seres desconocidos cubierta de las sugestivas críticas al entorno político y social que mencionaba anteriormente. En este punto es donde quiero detener la reseña para hacer una comparativa con la serie que adapta en seis capítulos los eventos ocurridos en aproximadamente las primeras cien páginas de la novela gráfica.

Un importante salto a la actualidad

La figura de "El eternauta" resurgió en los últimos días gracias al estreno de la serie dirigida por Bruno Stagnaro, la cual es protagonizada por Ricardo Darín, César Troncoso y Carla Peterson en los roles de Juan, Favalli y Elena respectivamente. Esta adaptación abarca todo lo que podría considerarse el primer arco, hasta lo que el historiador ficticio, Ruperto Mosca, tituló como “El asedio de River Plate” en las páginas del cómic.

Creo que no me equivoco al decir que finalizar la primera temporada en este punto es un acierto, justamente porque culmina en esa inflexión de la trama, no sin antes poner sobre la mesa todos los elementos, originales y agregados de la serie, que se mezclan para dar lugar a los conflictos que funcionan como el motor de la historia.

Si bien, la adaptación presenta varios cambios respecto a la novela gráfica, Stagnaro supo mantener los tópicos principales del guion de Oesterheld cambiando algunos elementos sustanciales y agregando subtramas que enriquecen el relato sin afectar la esencia original de la obra.

En primer lugar, acomodó los eventos a la actualidad, y esto da pie a que, lógicamente, varios aspectos de la vida sean diferentes. En relación a esto, el cambio más significativo del personaje de Juan Salvo es su condición de excombatiente de la guerra de las Malvinas, lo que le da un trasfondo mucho más interesante, además de solidificar bases en cuanto a su manejo de armas y dominio de estrategias de combate.

Otro agregado es el de los personajes originales de la serie. Principalmente Inga, interpretada por Orianna Cárdenas, y Omar, a quien da vida el actor Ariel Staltari, reconocido por muchos gracias a otra icónica serie también dirigida por Bruno Stagnaro, Okupas. Ambos personajes representan la migración, se da a entender que tanto Inga como Omar, tuvieron que marcharse de su país en busca de mejores oportunidades. A esto se puede sumar Pablo, un personaje que sí es original de la historieta, pero en la serie fue adaptado como descendiente asiático. Por último, la sangre paraguaya también se ve representada en una breve frase con el correcto uso del “jopara” pronunciada por el actor argentino Alejandro Sosa: “Nde rakore, ¿qué carajo es eso?”

Con estos elementos, la serie da cierta visibilidad a sectores que probablemente no hubiesen sido tenidos en cuenta en otros tiempos y de esta manera logra recrear una sociedad mucho más representativa o cercana a la actualidad que a la de la época en la que la historieta fue publicada.

Otro punto a favor de la serie es que se da cara y voz a otros grupos de sobrevivientes civiles, junto con un desarrollo de sus intereses y motivaciones, algo que se dejó un poco de lado en la obra original. Aunque sí se demuestra claramente la existencia de otros sobrevivientes en la ciudad, no es mucho el espacio que tienen en viñetas como para conocerlos o para entender sus acciones. Recalco este punto porque es también otro de los ingredientes que Stagnaro sumó a su adaptación con el objetivo de explorar el comportamiento humano en un contexto postapocalíptico, e incluso lo sentí mucho más cercano porque estoy ante una representación de sociedad con la cual es fácil de empatizar como espectador sudamericano.

Juan Salvo (Ricardo Darín) - Alfredo “Tano” Favalli (César Troncoso) – Omar (Ariel Staltari)

Así también, el elemento de la musicalización aporta demasiado a la cercanía del espectador. En momentos clave de la serie podemos escuchar a reconocidos grupos musicales argentinos como Soda Stereo, Él mató a un policía motorizado, Pescado rabioso o, en dos escenas musicales que son mis favoritas, la chacarera de Mercedes Sosa al final de Credo y los soldados cantando Jugo de tomate de Manal antes de llevar a cabo un plan que podría costarles la vida; ambas con su contenido simbólico relacionado a las respectivas canciones.

Falta envido

El Eternauta, considerada por muchos como la primera novela gráfica en español, reivindica su estatus como obra referente de la historieta en el mundo hispanoamericano y, ¿por qué no?, en el mundo entero.

Ya con otra temporada confirmada, aún sin fecha de estreno, la historia continuará con muchísimo más que contar y todo parece indicar que Bruno Stagnaro seguirá plasmando su impronta en esta adaptación que hace total justicia a la obra de Oesterheld y López.

Bruno Stagnaro - Héctor G. Oesterheld - Francisco S. López.

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