Recordando lo no vivido
Cuando una banda te transporta a otro escenario desde su sonido, hay una victoria en lo auditivo. El recorrido de Pérez ya lleva 17 años, con una discografía que en cada disco habita territorios diferentes. Ellos se permiten imaginar más allá de la realidad o las tareas del día a día. Las letras evocan a playas, piletas sin dueños, la resignificación de la amistad y el sentimiento de pertenencia o no pertenencia. Hay una sensación casera muy habitada.
Por Félix Amadeo
Fotos gentileza de Leandro Santos
Conversamos un lluvioso mediodía de Julio, a tan solo 3 días de que el octavo disco de la banda cumpliera su primer aniversario. “Enero” es una esencia de juventud inagotable, el fiel recuerdo de algo experimentado que sorprende como si fuera por primera vez. ¿La lejanía acercándose o lo positivo en lo permeable?. De repente, no estando alerta, hablé con Martín Lambert, Diego Goldszein y Ramiro Sagasti.
-Pensaba en una canción de Enero, porque llueve. Siempre que llovió…
-R: Paró. Acá en La Plata también, Diego en Capital está como vos.
-¿Qué les pasa en el cuerpo cuando tocan? en relación a la interpretación en vivo. Observando que son una banda contorsiva, reúnen desde una energía muy propia del rock contestatario de los 70s, como Velvet Underground.
-Ramiro: Es cierto lo que decís. Tenemos una manera de tocar y de expresarnos bastante física. Sí, pasa eso. Nos gusta muchísimo tocar juntos, lo hacemos todo lo que podemos y de diferentes formas. Es un momento muy lindo. Cuando grabamos tratamos de generar eso que pasa en el vivo, aunque es diferente. Diferentes registros. Nos gusta mucho tocar juntos.
-Martín: Es muy fuerte la relación expresiva entre lo físico y lo que nos pasa durante la interpretación. Lo entrenamos constantemente y lo utilizamos como recurso expresivo, ya sea consciente o inconscientemente, pero podríamos decir que la expresión corporal nos atraviesa como el primer día.
-¿Varía mucho el proceso creativo? ¿siguen pasos o dejan que mute?
-Ramiro: Nos vamos acomodando al contexto en el que estamos, con lo que haya. Desde ahí construímos, lo vamos haciendo así. No es que tengamos un esquema, hemos pasado por Estudios de grabación o casas de las nuestras. En lo último estamos grabando bastantes baterías en la casa de Martín. Otras en otros lados y así. Nos preocupa que quede un disco sentido, vivo. No necesariamente al grabar estar construyendo un relato, sinó que estés grabando lo que te está pasando a vos cantando. Tratamos de que esté eso, el registro musical. Nos preocupa más eso que el foco en el relato, que queden las tomas sentidas.
-Diego: Noto siempre la expresividad con la que quedan las tomas. Más allá de que después con la tecnología uno puede editar y poner chirimbolos. Cómo fue ejecutada en ése momento. Si gustó esa es la que queda o cosas que quedaron de Demos. Hay una batería con un solo micrófono, la toma de voz que queda con un micrófono que no iba pero era la que era. En definitiva, está muy puesto el foco en eso. Estamos abocados a la tocada en vivo, la interpretación de los temas y transmitir lo del disco, que es difícil. Llevar eso a la canción.
-¿A un año de Enero, que búsqueda o exploración tienen en el presente?
-Diego: Es un camino parecido, hay algunas diferencias que van reacomodando. Estamos cada uno en etapas particulares. Somos un grupo que se va acomodando a las situaciones personales y agradezco que sea así. Se compone desde un lugar muy sincero, con predisposición. Es algo dinámico, las grabaciones tienen cada una un color distinto, una manera de hacerse distinta. Levemente, se va acomodando según la circunstancia.
-¿Cómo atraviesan la cita musical? Enero es un disco muy atravesado por ellas. Dos Satélites a Lou Reed, Una que sepamos todos con Amor de Primavera…
-Ramiro: Ocurren. No es que uno pretende “acá voy a citar a…”, dos satélites, ¡en una estás cantando Satellite y la tirás!. A veces en vivo nos puede salir una cita de Riff, de Billy Idol o de Sumo. Hay una cosa que simplemente pasa. Hay citas de libros, un montón de situaciones. Forma parte de la composición, además de los estímulos que nos fueron usados por otras personas, también están los versos de las poesías. Las melodías que forman parte del universo que te rodea y que captan tus estímulos. Hay un montón de cosas, melodías, letras y situaciones que quizás las hemos leído y escuchado en otros lados, nuestra memoria las agrupa como si fueran propias. Los recuerdos de las vacaciones de hace mucho tiempo. Se dan casos en los que uno puede recordar cosas que no vivió (risas).
-Martín: Nuestras canciones están construidas desde lo sensorial, la observación y la recreación de atmósferas, algunas de ellas del presente o del pasado y en ese traspaso algunos huecos los vamos llenando de imaginación. Momentos inventados que nunca vivimos pero terminan volviéndose reales en el relato.
-Diego: Reinterpretar todo el tiempo una lectura, una experiencia. Estar en la playa se recuerda de una manera, pasan los años y se recuerda de otra forma. Recuerda desde los sentidos de otra, algunas situaciones u olores que tal vez persisten y resignifica. El incurrir. Las citas son parte de lo que nos gusta escuchar o lo que nos gustaría haber creado también.
Frases que nos hubiera gustado que nos hicieran a nosotros, uno se las apropia desde algún lugar. Cuando tocas te las estás apropiando. cuando la gente lo canta se siente que es de uno, que no es un cover. Tampoco es que queremos hacer el cover de tal canción, es quitarla y que quede ahí en el ambiente.
-Leí o escuché, alguna vez, que el relato crónico desde la caminata es una fuente de inspiración para las letras.
-Ramiro: Pienso que, respecto a lo de caminar, sí. Generalmente uno cuando va caminando tiene un ritmo, se da una velocidad. Es un estado doble la caminata: de contemplación y a la vez de introspección. Se pueden cruzar esos dos mundos. Es un buen modo de entregarse a un proceso creativo, tenés los sentidos y el pensamiento en conjunto.
-¿Cómo perciben la química que construyen los tres hasta el día de hoy?
-Diego: Si hay algo que atravesó nuestra historia, es una preocupación por la ejecución del instrumento personal y el ensamble, donde abocamos esa práctica que tiene cada uno. Poder trabajar el tempo y la interpretación estuvo desde el principio. Nos atraviesa que, si bajamos el tempo en tal parte, ¿cómo lo hacemos?, ¿con la oreja o lo vamos señalando?, lo mismo a la hora de usar ciertos arpegios, cuerdas al aire. Tocar en tal ride o no tocar en tal ride. Tal palabra con cierta inflexión, todo eso está siempre. Hace ya un tiempo es más natural. Inconscientemente, lo estamos sintiendo y procesando al momento todo eso.
-Ramiro: Logramos una especie de calma. A la hora de tocar estábamos pendientes de todas las cosas (si bien eso estaba buenísimo), ahora ocurre más naturalmente. Si te muestro diferentes tomas de voz de lo que estamos grabando ahora, no son todas iguales. Se cantan diferente, el bajo se toca diferente. Y todas están bien, se va dando más rápido los espacios donde ocupar, espacios rítmico-melódicos. Dónde vas a poner una melodía, empieza a ocurrir y eso está bueno.
-¿Qué es experimentar para ustedes? ¿Cómo explican esa sinergia desde los instrumentos? ¿Podrían decir “vamos a experimentar” o ver qué sale?
-Diego: No decimos nada, ¿no? nos ponemos a zapar. Componer en algún punto es experimentar con acordes. Habría que definirlo, pero sí.
-Ramiro: No decimos, la verdad. La manera de componer y de hacer música que tenemos surge de un proceso de experimentación. Es un modo de actuar. Hay unos instrumentos, usamos esos. No es que queramos hacer algo distinto. Ni construcción ni discurso, para nada. Más bien, tratamos de que los paradigmas o las referencias no importen a la hora de componer o de tocar. Si bien nos gustan determinadas cosas, ya están.
Ocurre naturalmente, no es necesario para nosotros trabajar en alguna especie de discurso estético. No queremos hacer algo experimental porque “bueno, vamos a hacer algo experimental…”. El mismo proceso conduce a la experimentación. Cualquiera que se dedique a hacer arte está experimentando, o a cocinar ¿no?. A podar un árbol, decís “saco ésta chiquita a ver qué pasa” (risas).
-Martín: Experimentar es central para mí. Es una constante que por un lado puede ser un punto de partida, pero también la llave para reinventar algo ya establecido. Te renueva y mantiene la llama de la curiosidad encendida. En cuanto a la sinergia con mis compañeros, directamente veo mi instrumento como un nexo de comunicación con ellos.
-El 2 de mayo pasado tuvieron una fecha muy especial, compartiendo en Ciudad de Gatos con Isla Mujeres. ¿Qué les pasó?
-Ramiro: Fue una fecha buenísima. Estuvo explotado y nos dimos el gusto de experimentar, tocar juntos. Hubo un intercambio de baterías entre Fausti y Martín. Es su profesor. Pensá que con Pérez estamos desde el 2008, son muchos años. Compartimos un montón de bandas, es una par más. Si no fuese mi hija, igual hubiera estado buenísima la fecha porque es una banda re copada. Fue un lindo camarín, tocamos juntos, fecha hermosa. Si le sacas lo emotivo también es una fecha muy linda. Se repite el 29 de agosto en CS 911, Capital Federal.
-¿De qué forma les atraviesa la amistad para con sus instrumentos? En lo interpretativo u en la formación.
-Diego: Estoy muy en función de lo que piden mis compañeros. Propongo ideas, juego con efectos para ocupar un poco más un espacio. El grupo le dio naturalmente con el tiempo un lugar un poquito más adelante al bajo, para acomodar la composición. En ejecución no sé, tengo siempre la misma sensación.
-Ramiro: Diego y Martín ya tenían una relación de estudio con los instrumentos. Cuando se armó Pérez ya tenían una formación musical muy sólida. En lo que evolucionamos los tres es en cómo utilizamos los recursos, la composición. Las líneas de bajo. Hay un modo que tienen ambos de componer y en mi caso también, que se fue complejizando la parte compositiva.
Yo aparte tenía lo que decís en cuanto a lo interpretativo porque yo no tocaba. Sólo cantaba y utilizaba los instrumentos para componer. Aprendí de muy chico. Me plantee la vida como músico cuando empezamos con Pérez. Si bien la música siempre fue importante en mí vida, le das un lugar importante hasta dedicarte solo a eso.
-¿Los recuerdos están impregnados en sus letras? se da esa sensación.
-Ramiro: Hay recuerdos en las canciones, de Bahía Blanca. ¿Está todo, no?. Uno particular de allí es el barrio Patagonia, que en ese momento no era como ahora, estaba re lejos. No vivía mucha gente, había casas con pileta los fines de semana. “Hay una casa con pileta y los dueños no están” es una casa de ahí, con la que íbamos con los chicos. Estaba toda cerrada, nos metíamos en la pileta y pasábamos la tarde. Nos rateabamos del colegio a fines de noviembre, primavera o por ahí. Pasábamos las tardes colados en una casa.
Aparecen cosas así porque es una imagen linda. Un recuerdo lindo. Las canciones son bastante sensoriales, siempre el contexto es importante. La ciudad de Buenos Aires está muy presente, pienso yo. Los ruidos, las luces, las noches. El mar está muy presente. La ruta, los caminos. Son las cosas que hacemos, muchas de ellas. Las canciones son el territorio de la fantasía donde aparecen cosas que nos gustaría hacer. No necesariamente donde vivimos, donde construimos universos imaginarios.
-Diego: Tengo el recuerdo de Martín contando historias de lo mismo. Casas en City Bell abandonadas. Hay montones de frases que los demás las resignifican. A cada uno se le ocurre una frase y el otro la flashea para algún lado. Alguna vez se me ocurrió una de la playa y la completaron, hay de eso. Por otro lado, lo de la ciudad sí. Soy bicho de departamento, porteño de Almagro. Tengo esa sensación ochentosa.
No te pierdas a Pérez con Isla Mujeres en Club Social 911, Buenos Aires.
29 de agosto a las 21hs.
Entradas: Club Social 911