¿Santiago Peña le debe una disculpa a José Asunción Flores?
Los 100 años de la guarania son recordados entre nostalgias ciudadanas, emociones colectivas e hipocresía gubernamental. Su creador, José Asunción Flores, fue perseguido, difamado y humillado por un régimen dictatorial sostenido por un mismo partido político, actual gobernante del Paraguay. Para que el homenaje que ofrece el Estado y el actual gobierno a esta expresión cultural paraguaya y a su creador sea creíble, primero deben pedir disculpas por todo lo mencionado anteriormente.
Por Edson Vázquez
En enero pasado se cumplieron 100 años del estreno en público de la primera guarania creada por el maestro José Asunción Flores: Jejuí. Una obra instrumental interpretada por tres músicos alemanes, compañeros de Flores en la Banda de Músicos de la Policía Nacional. Y este 27 de agosto recordamos un aniversario más del natalicio del maestro creador de la guarania.
En un año tan importante, para esta expresión cultural, fruto de un arduo trabajo de investigación del maestro Flores, documentado y reconocido por músicos y oyentes; propios y extraños… se logró la declaración como bien inmaterial de la humanidad por la UNESCO, y junto a esta mención llegaron una seguidilla de actos de reconocimiento y promoción del tan apreciado y admirado género musical.
Llegaron los reconocimientos, recordaciones, homenajes, conciertos, etc. Pero no llegó lo más importante: el pedido de disculpas de Santiago Peña, presidente del Paraguay, caído en paracaídas a la Asociación Nacional Republicana (ANR), Partido Colorado; esa agrupación política que colocó, sostuvo y defendió al régimen dictatorial de Alfredo Stroessner (1954 – 1989).
Ese partido político que, por intereses sectarios, derrocó a su mismo dictador, reubicando a sus colaboradores en los posteriores gobiernos de la era democrática.
Ideales claros y persecución
Flores, tuvo una vida complicada y marcada por la pobreza. Tras varios escapes de su casa, su madre, doña Magdalena, decidió entregarlo a la Policía Nacional en donde con catorce años inició sus primeros pasos en la banda de música de aquella institución de seguridad.
Con el paso del tiempo, el joven aprendiz de música se decantó en la ideología comunista, llegando a formar parte del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo (PCP). En la vorágine mundial de ese tiempo, Flores se inclinó por una lucha política de persuasión y no por el levantamiento armado.
Y en esa línea, sus principales armas fueron un pentagrama y notas musicales. Tras varios hechos de difamación a su figura, a finales de la década de los 60 Flores decide escribir su autobiografía, que grandes fragmentos son rescatados en el libro “Memorias – José Asunción Flores”, de los periodistas Antonio V. Pecci y Alcibíades González del Valle.
En una de las páginas un párrafo reza: “Desde luego que la opinión pública del Paraguay y de otros lugares del mundo entero tiene que saber que mi ideología política estimula hondamente mi tarea de creación. La clase de política que sustento yo, lejos de dañar estimula y fortalece no solo al Paraguay sino a la humanidad entera”.
Por tanto, de boca del mismo maestro, sabemos que su bandera artística nunca estuvo divorciada de su lucha política. De hecho, el maestro Flores cuenta en sus memorias, que la Guarania es el resultado de la búsqueda de dos cosas: una, la correcta escritura de la música paraguaya, objetivo logrado tras mucha investigación minuciosa. Y dos, la búsqueda de una expresión musical que refleje el verdadero sentir de los habitantes de estas tierras de esos tiempos, un país con heridas abiertas tras la hecatombe de la Triple Alianza.
Para ese entonces, el andar, pensar y desenvolverse de las y los paraguayos era melancólico, parsimonioso quizá, y un tanto reflexivo. Fue en ese caminar, que Flores reúne esas sensaciones en un género musical acompasado y sincopado que más adelante llamaría “Guarania”.
Para la década de 1930, el trabajo de Flores ya era reconocido y difundido; tanto en Paraguay como en Buenos Aires, Argentina, país en el que desarrolló la mayor parte de su prolífica carrera.
En la conocida “Primavera democrática”, durante el gobierno de Federico Chávez, el gobierno sugiere darle el reconocimiento “Orden nacional al mérito”, por sus trabajos en torno a la guarania. Pero el maestro se negó a recibirlo, en protesta por la muerte del joven Mariano Roque Alonso, asesinado por la policía tras una manifestación ciudadana.
En sus memorias, el maestro relata que intelectuales paraguayos lo visitaron en la ciudad porteña a reclamarle sobre su decisión de rechazar el reconocimiento: “Le dije a los presentes que yo rechacé la condecoración con motivo de que el estudiante Mariano Roque Alonso fue cobardemente asesinado en el local de la Jefatura de Infestaciones y que elevé a través de una carta mi protesta y mi repudio a los asesinos de Alonso”.
Desde ese momento, el gobierno y el Partido Colorado lo condenó al destierro y la difamación. En el siguiente gobierno, el de Alfredo Stroessner, el mismo prohibió el ingreso de Flores a Paraguay, así como su música.
Campaña de desprestigio
Para desprestigiarlo, Flores indica que el gobierno recurrió a personas cercanas al círculo de personas con el que frecuentaban la casa del poeta y amigo suyo, Manuel Ortiz Guerrero.
“La guarania no es producto de silbidos ni de canturreos como los que escuchaban, según Leopoldo, Ortiz Guerrero y él en la mocedad, andando por los caminos de Caaguazú”. “…Ortiz Guerrero nunca me habló de tales silbidos ni de tales canturreos de alzaprima”; así escribía Flores en sus memorias, explicando que este relato intentó ser instalado desde un diario afin al régimen de Stroessner.
Más precisamente, en el diario La Tribuna, en un artículo firmado por José Bernabé, con fecha de 31 de enero de 1960, página resguardada en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional.
Y Flores sigue diciendo en sus memorias: “La prueba de la infamia la tenemos en el hecho de que se esperaron más de treinta años para largar la pus que tienen en la mente y en el espíritu”.
Otras publicaciones de la misma laya, cuenta Flores, fueron diseminadas por el mismo diario en 1968, y fue este el punto que lleva al maestro a escribir sus memorias, a fin de desmontar todo relato que atentaba su reputación admirada a nivel internacional.
Cabe destacar que estas historias sobre los silbidos escuchados por el poeta villarriqueño, fueron publicadas muchos años después de su propia muerte. Es decir, el relato fue largado una vez que Ortiz Guerrero falleció, quedando en el manto de la duda sobre la veracidad de los hechos publicados.
Flores fue impedido de volver a su país, incluso muerto. Fue vetado por su posición política, por su afán de lograr ideales a través del trabajo cultural y democrático. Pero de esto nunca se habló y es necesario hacerlo.
Recordar y reconciliar
La memoria histórica es fundamental para las naciones sudamericanas que padecieron dictaduras militares que persiguieron, mataron y desaparecieron personas. Según el Ministerio de Justicia de Paraguay, en Paraguay existen más de 500 denuncias de desapariciones forzadas de los cuales más de 400 están ya con carpetas en el Ministerio Público.
Recordar estos números son necesarios para que el Estado Paraguayo pueda concretar la reconciliación con sus conciudadanos. Por tanto, para que el movimiento cultural iniciado y fomentado por José Asunción Flores, pueda tener garantías de que las vendettas políticas no serán excusas para la persecución de personas, es preciso que el Partido Colorado, el mismo partido que puso y depuso al tirano Stroessner, asuma las consecuencias (aunque sean morales) sobre la persecución librada contra el creador de la guarania.
Paraguay necesita hablar de su pasado reciente, identificar sus errores, sanar las heridas entre sus mismos habitantes y establecer los pasos sobre los que no hay que volver y encaminar un país basado en la democracia y justicia social.